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Bodegas De Alberto: Vinos con cuatro siglos de historia

Instalados en una construcción de 1657, un antiguo monasterio dominico. Esta compañía combina la elaboración de vinos modernos y sofisticados con variedades únicas, que sólo se pueden encontrar allí.

Bodegas De Alberto: Vinos con cuatro siglos de historia
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Sumergirse por las galerías subterráneas de Bodegas De Alberto, en la localidad vallisoletana de Serrada, es darse un paseo por la historia. Cuatro siglos contemplan esos pasillos, llenos de barricas, donde huele a vino en fase de crianza, a tierra, a tradición. Las galerías están perfectamente excavadas, pero se ve que es un trabajo hecho a mano -"En el siglo XVII no había excavadoras", nos dicen- y llama la atención la pulcritud, la limpieza y el perfecto estado de unas bodegas que se encuentran a entre 11 y 15 metros por debajo del nivel del suelo. "Lo cuidamos de forma exquisita -nos explica Ángeles, que nos guía en esta visita-, se limpia a diario, para nosotros es fundamental que los visitantes contemplen este tesoro en perfectas condiciones, es la tarjeta de presentación de nuestra compañía".

Bodegas De Alberto es una compañía familiar. La actual CEO, Carmen San Martín Gutiérrez, es bisnieta del fundador, Alberto Gutiérrez. "En 1939, mi bisabuelo y sus dos hijos, que eran todos gente muy emprendedora, regentaban una posada entre Tordesillas y Medina del Campo. Compraban partidas de vino a muchos agricultores de la zona, los catalogaban por calidades y lo vendían a zonas no productoras, como País Vasco y Cantabria".

Elaboraban vinos generosos y de solera que tenían muy buena aceptación, así que en 1941 dieron el paso definitivo hacia la creación de una bodega. "Compran la casa de labranza del monasterio de los dominicos, que es donde estamos ahora. El edificio data de 1657 y la parte de bodega siempre se ha utilizado para elaborar vino. Aquí es donde empieza la historia industrial de nuestra familia como elaboradores de vino".

El negocio creció rápidamente, lo que obligó a ampliar las instalaciones. "Actualmente, una gran parte del subsuelo de Serrada pertenece a la bodega. Pero como la parte subterránea pertenece al propietario de la vivienda de la superficie, en su día hubo que comprar todas las viviendas aledañas, y ahora toda la zona pertenece a la compañía".

La historia de Bodegas De Alberto es un trabajo constante por mejorar la calidad de sus productos. Actualmente, se mueven en una facturación cercana a los siete millones de euros anuales. La mayor parte de su producción son vinos blancos de denominación de origen Rueda, hechos con uva verdejo, aunque también elaboran tintos, rosados e incluso frisantes. Sin embargo, más allá de los vinos que se producen en grandes volúmenes, cuentan con dos joyas enológicas: el pálido y el dorado, objetos de deseo de los aficionados a catar vinos únicos. De estas dos variedades históricas hablamos en el apoyo anejo.

Volviendo al negocio convencional, en la última campaña la compañía ha procesado 5,5 millones de kilos de uva. "Tenemos depósitos con capacidad para 14 millones de litros, pero no aprovechamos ni la mitad. Nuestro objetivo no es crecer en volumen sino en calidad". De hecho, la bodega va sustituyendo "depósitos grandes y antiguos por otros más pequeños, pero que mejoran el proceso de elaboración".

Carmen San Martín Gutiérrez, actual ceo y bisnieta del fundador.
Carmen San Martín Gutiérrez, actual ceo y bisnieta del fundador.

SEÑAS DE IDENTIDAD

Bodegas De Alberto es una compañía que destaca por una enorme fidelidad a sus raíces y su esencia. Por un lado, "no contamos con accionistas externos, históricamente hemos pasado por momentos de dificultad, como en la crisis de 2007 y 2008, pero dimos un paso adelante como familia y seguimos todos unidos". Por otro, se mantienen muy ligados a su municipio de siempre, Serrada. "En la bodega trabajamos 26 personas y aproximadamente 10 más en época de vendimia, casi todos de Serrada, nos gusta esa sensación de cercanía y de empatía". También colaboran con el ayuntamiento en la financiación de iniciativas, como la depuradora municipal. "Es una forma de entender nuestra responsabilidad social con nuestro entorno".

También la sostenibilidad es una prioridad. "Tenemos instaladas numerosas placas fotovoltaicas para la generación de energía eléctrica y hacemos esfuerzos constantes por reducir el consumo de agua. En los últimos años hemos logrado una reducción de consumo de cerca de un millón de litros por campaña, aunque tenemos pozo propio, y se nos ha concedido el Sello Reduce que otorga el Ministerio de Transición Energética".

¿Cuáles son los próximos retos de una bodega histórica como ésta? "En primer lugar, la exportación -reconoce San Martín-. A día de hoy, sólo exportamos el 15% de nuestra producción. Tanto la denominación de origen Rueda como nosotros mismos como bodega, hemos empezado muy tarde a preocuparnos por el mercado exterior, porque siempre hemos tenido una demanda nacional muy fuerte. Pero la pandemia nos ha dejado claro que hay que diversificar".

El segundo gran reto es el enoturismo. Saben que cuentan con una bodega muy singular, tanto por las galerías del siglo XVII como por el campo de damajuanas, donde desarrollan un sistema de elaboración de vino que casi ha desaparecido. "Ahora, para nosotros el enoturismo es una inversión. Nuestro objetivo es acabar este año con unos 5.000 visitantes, pero hay que llegar mucho más lejos: estamos muy cerca de Madrid y tenemos que ser capaces de convertirnos en un destino atractivo, aunque para eso necesitaremos que se desarrolle una oferta combinada a nuestro alrededor, con más bodegas, alojamientos, restaurantes... Tenemos que trabajar conjuntamente con otras bodegas de la zona y con la Ruta del Vino de Rueda".

La pandemia marcó a esta bodega familiar dos retos: el primero, diversificar su producción hacia mercados exteriores; el segundo, explotar la singularidad de sus galerías del siglo XVII como un polo del enoturismo en la Ruta del Vino de Rueda.

DOS JOYAS DE LA ENOLOGÍA

Esta bodega vallisoletana elabora dos vinos históricos que despiertan el interés de aficionados al vino, tanto en España como fuera de nuestras fronteras: el dorado y el pálido.

El dorado realiza una primera parte de su envejecimiento en damajuanas -las características garrafas de cristal- y después pasa a barricas. Actualmente, sólo tres bodegas elaboran este tipo de vino. "Hacemos unas 6.000 botellas al año -nos cuentan- y reservamos cupos de venta a nuestros principales clientes, no se puede comprar directamente este vino".

En cuanto al pálido, es todavía más exclusivo. Sólo Bodegas De Alberto lo elabora: lo hace en barricas de 600 litros, donde se realiza una crianza biológica bajo velo de flor durante al menos tres años. La producción anual es de 1.400 botellas.

Este vino histórico estaba protegido por la denominación de origen Rueda hasta 2008. Fue la propia Carmen San Martín, cuando se convirtió en presidenta de Rueda -la primera mujer que ha ocupado el cargo- quien se encargó de recuperarlo en 2019. "Aunque no hemos dejado de elaborarlo nunca", aclara.

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